Madrid (y España) en 1954 En 1954 España estaba terminando su larga posguerra. Hacía sólo un par de años, en 1952, que se había eliminado la cartilla de racionamiento. Un año antes, en 1953, se firmó el Acuerdo de Colaboración con Estados Unidos, lo que significó el principio del fin del aislamiento y que conllevó que empezasen a llegar productos y ayudas del “amigo americano”; eso sí, a cambio de que el régimen del dictador les permitiese la instalación de sus bases militares en Zaragoza, Torrejón y Morón de la Frontera. Este proceso de integración en el concierto internacional culminaría el año siguiente, en 1955, cuando España, con el firme apoyo de Estados Unidos, es admitida en la ONU. ¿Se había superado, pues, en 1954 la posguerra? Según muchos historiadores aún no, pues España seguía siendo un país atrasado, que pasaba hambre, con multitud de heridas sin cicatrizar y con una angustiosa falta de libertades y derechos. Aquella España de 1954 seguía siendo un país completamente anclado en el retraso donde si bien había desaparecido ya el hambre, aún abundaba la miseria y el oscurantismo propiciado por una iglesia arrogantemente poderosa, casada con el poder. No hay ni que decir que cualquier persona que en voz alta se atreviese a emitir una opinión contraria al poder establecido, podía dar por seguro que terminaría en la cárcel o en el exilio. Tal era el oscurantismo reinante, que en el verano de este año, se constituyó la Cruzada por la Decencia “en pro del recato, la morigeración y la pudibundez”, y esto sin olvidar que solo unos años antes los estudiantes católicos arrancaban en la Gran Vía los carteles de la película "Gilda" por considerarlos escandalosos. Este mismo año de 1954 Madrid inaugura siete cines, con lo que la capital contaba ya con un total de 144 salas. Un periódico diario costaba una peseta (destacaban el "Pueblo", el "Ya", el "Informaciones", el "Madrid", el "ABC" y, para los irreductibles del régimen "El Alcázar"), una cajetilla de tabaco negro con filtro 6 pesetas, una plancha eléctrica 45 y un buen traje de lana de primera calidad 445 pesetas. Y, cómo no, en 1954, el Real Madrid volvió a ganar la Liga. En aquella época la radio era uno de los grandes entretenimientos de los españoles, gracias a la cual los hombres seguían los domingos los resultados de los partidos de fútbol en "Cabalgata de fin de semana" o las mujeres (fundamentalmente, aunque no sólo ellas) las peripecias sentimentales de los personajes de los seriales radiofónicos de Guillermo Sautier Casaseca y Luisa Alberca, interpretados por Pedro Pablo Ayuso y Matilde Conesa. Estos seriales despertaban verdaderas pasiones. Eran programas que llegaron a configurar un universo dulzón y bienpensante que aliviaba la dureza de la vida cotidiana, pues las tramas de estos seriales (algunos paralizaban por completo al país durante su emisión) eran un intrincado laberinto de muchachas que ceden al mal hombre que les jura amor eterno y luego las abandonan, de señoras bondadosas y de buena familia, de providencia divina, de hombres buenos que sacan del arroyo a la pobre criatura, de trabajo abnegado, de hijos pródigos arrepentidos y de triunfo del bien sobre el mal. Esta era la trama básica de la que se nutrían aquellos seriales de gran éxito. En el cine -esa otra gran fuente de entretenimiento en aquellos años- triunfan las cintas nacionales: "Morena clara", "Malvaloca", "Cómicos", "Novio a la vista"... En esa España de 1954 que describimos (y que uno imagina triste y en blanco y negro), su capital, la Villa de Madrid, dispone ya de una superficie de 606 km cuadrados y 1.631.500 habitantes, cuando en unos años antes, en 1945, disponía únicamente de una superficie de 66 kilómetros cuadrados y sumaba 1.237.621 habitantes. Es decir, en un periodo de sólo nueve años, había incrementado su población en un 32% y multiplicado casi por 10 su superficie. La anexión de trece pueblos limítrofes le aportaron 538,67 kilómetros cuadrados y más de 320 mil nuevos madrileños. La gran urbe todo lo fagocita, aunque su digestión (nuevos y mejores servicios de sanidad, policía, transportes, etc) resultará sin duda, difícil y costosa. Las anexiones, sancionadas por la Ley de la Jefatura del Estado de 23 de noviembre de 1944, habían comenzado años antes, y fueron la consecuencia del imparable y anárquico crecimiento de Madrid. Chamartín de la Rosa fue el primero de los municipios engullidos. Esto ocurría en 1947. En los años siguientes se unieron: los Carabancheles, Canillejas, Canillas, Hortaleza, Barajas, El Pardo, Aravaca, Vallecas, Puente de Vallecas, Vicálvaro, Fuencarral y por último, el 31 de julio de 1954, se produjo la anexión de Villaverde. Presentamos en esta exposición -que inaugura nuestra Sala de Exposiciones Temporales- las fotografías que se incluían en dicho documento. Son un total de 35 fotografías de gran formato, de las que 29 son aéreas y 6 tomadas a pie de calle. En ellas podemos descubrir cómo iba Madrid creciendo en aquel ya lejano año de 1954, extendiéndose para ocupar parte de la gran superficie ganada con las anexiones de los pueblos circundantes. Las fotografías se concentran fundamentalmente (aunque no en exclusividad) en las zonas por donde la ciudad se expandía, es decir, en lo que entonces era la periferia y ahora ocupa parte de la almendra central. Hemos respetados los pie de página del documento original, lo que nos permitirá, también, descubrir diferencias en la toponimia de nuestra ciudad.
Fecha de inicio de la exposición: 12 de junio de 2013
Fuentes: para el texto hemos sacado ideas de Crónica de Madrid, Editorial Plaza y Janés, Barcelona, 1990; también de Vida cotidiana y canciones. España de los 40 a los 90, Ediciones del Prado, Madrid, 1990 y de Las lentejas de la Guerra, de Fernando da Casa de Cantos. Para las fotografías hemos utilizado el documento Planeamiento Urbanístico de Madrid, que se encuentra en el Archivo de la Villa.
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